Debate Ángel Barroso vs Juan Ramón Rallo sobre Marx, Kliman y la TSSI (abril de 2025): Una refutación sólida a Rallo
La TSSI frente al paradigma neoclásico: una crónica del debate entre Ángel Barroso y Juan Ramón Rallo
Introducción
El reciente debate entre Ángel Barroso y Juan Ramón Rallo sobre la validez de la teoría del valor-trabajo marxista y su solución a través de la Interpretación Temporal de Sistema Único (TSSI) representa uno de los intercambios intelectuales más sustanciosos de los últimos años en el ámbito de la economía política en lengua castellana. A pesar de haberse desarrollado en plataformas digitales, principalmente en Substack y redes sociales, el intercambio trascendió con creces los límites de la polémica coyuntural para convertirse en un verdadero choque de paradigmas epistemológicos.
Lo que comenzó como una discusión puntual sobre una cita de Andrew Kliman se transformó rápidamente en una confrontación profunda entre dos visiones antagónicas de la economía, por un lado, la perspectiva neoclásica-ortodoxa que interpreta la economía como un sistema autorregulado en equilibrio; por otro, la lectura marxista, temporal y sistémica de la TSSI, que ve en el capitalismo un proceso histórico contradictorio y en permanente transformación.
En este artículo reconstruyo de forma detallada el desarrollo del debate, analizo sus fundamentos teóricos y destaco las implicaciones metodológicas, políticas y filosóficas que se derivan de esta disputa. Lo que sigue es más que una crónica: es un ejercicio de clarificación conceptual en defensa del marxismo científico.
El origen del debate: una cita (descontextualizada) de Kliman
Todo comenzó cuando Rallo citó un pasaje de Andrew Kliman, economista marxista y uno de los principales exponentes de la TSSI, en el que Juan Ramón sostiene una cita descontextualizada que distorsiona por completo el sentido original de su crítica. Presenta a Kliman como si admitiera que el problema de transformación marxista no tiene solución, cuando en realidad está diciendo algo muy distinto.
Rallo toma esta cita como prueba:
> "El 'problema' que planteas simplemente no tiene una 'solución económica'. Dado un comportamiento de maximización de beneficios, dada la sustitución de inputs y dada una economía que estaría en un estado de reproducción simple, si las mercancías se intercambiaran según sus valores, simplemente no existen precios que difieran de los valores, ya sean determinados temporalmente o simultáneamente, que sean compatibles con ese estado de reproducción simple. Sería inútil exigir que resolvamos un 'problema' que no tiene solución".
— Andrew Kliman
Pero lo que Kliman plantea ahí no es una renuncia a la teoría del valor ni un reconocimiento de que el problema de transformación es irresoluble. Lo que hace es criticar la forma en que Rallo —y otros desde una perspectiva neoclásica o simultaneísta— formulan el problema: exigiendo condiciones lógicamente incompatibles entre sí (equilibrio de reproducción simple, precios que se desvían de los valores, maximización de beneficios, etc.).
Lo que Kliman dice es que bajo ese conjunto de supuestos simultaneístas, el problema no tiene solución coherente. Y precisamente por eso, él defiende una interpretación temporalista, en la que los valores y precios se determinan en el tiempo, y donde el precio de mercado gravita sobre el valor de cambio, sin necesidad de que ambos coincidan en un mismo instante.
La diferencia fundamental que Rallo pasa por alto —o decide ignorar— es que Kliman no confunde valor de cambio con precio de mercado. No sostiene que el valor de una mercancía “tiende a coincidir” con su precio, sino que el precio de mercado gravita sobre su valor en una dinámica temporal. Esto es coherente con la teoría marxista, que reconoce las fluctuaciones del mercado sin abandonar la centralidad del tiempo de trabajo como fundamento del valor.
Así que no, Kliman no está admitiendo que el problema de transformación no tiene solución. Lo que le está diciendo a Juan Ramón, es que el problema no puede resolverse si los modelos simultanéistas o neclásicos lo formulan desde categorías ajenas al enfoque marxista. Y usar esa cita para afirmar lo contrario es, como mínimo, una tergiversación intelectual.
Rallo afirma ingenuamente que Kliman reconoce que el problema de transformación no tiene solución, para afirmar que los precios de producción serían simples promedios de precios de mercado. De ahí extraía la conclusión de que los precios de producción no derivarían necesariamente de los valores, lo que a su juicio desactivaría el núcleo de la teoría del valor-trabajo.
Mi respuesta fue inmediata y firme: esa interpretación era errónea, por parcial y por descontextualizada. Kliman jamás niega que los precios de producción estén anclados, en última instancia, en los valores. Lo que hace, más bien, es reconstruir cómo los valores se transforman en precios de producción a través de un proceso temporal, histórico y no simultáneo. En otras palabras, no estamos ante una fórmula algebraica instantánea, sino ante una secuencia lógica de transformaciones que se desarrollan en el tiempo real de la producción capitalista.
Esta es, precisamente, la esencia de la Temporal Single-System Interpretation: no escinde entre valores y precios como si fueran sistemas separados, ni asume simultaneidad entre inputs y outputs. Por el contrario, la TSSI muestra cómo los precios de producción emergen en el tiempo, a partir de los valores, sin violar las leyes fundamentales de la reproducción capitalista. Esta distinción temporal es clave, y es lo que las lecturas simultaneístas, como la de Bortkiewicz o Sraffa— no logran captar.
Rallo insiste: hay que demostrarlo
Juan Ramón replicó que, incluso aceptando que los valores puedan estar en la base de los precios de producción, eso no implica que de hecho lo estén. Que hay que demostrar que los precios de producción realmente derivan de los valores.
Mi punto fue que esa demostración ya se ha hecho. Eso es precisamente lo que demuestra la TSSI, cuando se respeta la secuencialidad del proceso productivo. No bajo condiciones de equilibrio walrasiano, sino desde la propia lógica de Marx. Y que exigir la demostración en términos neoclásicos es una petición de principio, estás juzgando a Marx con criterios que él nunca compartió.
El núcleo del conflicto: el problema de la transformación
El llamado “problema de la transformación” es una vieja herida abierta en la historia de la economía marxista. Planteado por Karl Marx en el tercer volumen de El Capital, se refiere a la aparente contradicción entre la ley del valor (según la cual las mercancías se intercambian en proporción al trabajo socialmente necesario que contienen) y la realidad empírica de los precios de producción (que permiten una tasa de ganancia uniforme entre ramas con diferentes composiciones orgánicas de capital).
Durante décadas, la solución más aceptada fue la de Bortkiewicz (1907), quien corrigió a Marx reinterpretando su modelo en términos de ecuaciones simultáneas. Sin embargo, esta corrección implicaba modificar radicalmente la teoría marxista, desechando la relación directa entre valor y precio, y dando lugar a una lectura “sraffiana” o “dualista” que muchos críticos —con razón— consideraron una renuncia al propio método dialéctico de Marx.
Frente a esto, la TSSI, formulada en los años noventa por Kliman y McGlone, propone una vía radicalmente distinta. Acepta los textos de Marx tal como están escritos, pero los interpreta temporalmente. Esto significa que:
Los precios de los inputs están determinados en el momento en que se compran, no en el futuro cuando se venden los outputs.
La tasa de ganancia no se impone simultáneamente a toda la economía, sino que emerge como resultado de las interacciones entre sectores a lo largo del tiempo.
La relación entre valor y precio no se rompe, sino que se transforma dinámicamente, respetando la ley del valor.
Esta interpretación no solo resuelve matemáticamente el “problema de la transformación”, sino que preserva la coherencia interna del sistema de Marx sin recurrir a ad hoc.
Rallo no refutó nada, sólo repitió objeciones ya superadas
Una parte importante de la derrota intelectual de Rallo radica en su insistencia en criticar a la TSSI con argumentos que ya han sido respondidos hace décadas. Por ejemplo:
La supuesta imposibilidad de reproducción física estable en presencia de precios cambiantes.
La acusación de que la TSSI asume una elasticidad de sustitución cero.
La idea de que la coherencia de la TSSI depende de ignorar el comportamiento racional de los capitalistas.
Cada uno de estos puntos fue abordado por mí con precisión técnica, remitiéndome a ejemplos concretos del trabajo de Kliman (como la tabla 8.2 del libro Reclaiming Marx’s “Capital”) y explicando cómo la TSSI no sólo contempla, sino que incorpora los cambios tecnológicos, los ajustes de precios y la competencia capitalista como parte del proceso.
Rallo, en cambio, no ofreció ninguna refutación nueva, ni respondió a los ejemplos empíricos ni desmontó la lógica interna del modelo. Su posición quedó como una reiteración dogmática de los prejuicios bortkiewiczianos de hace un siglo.
Rallo no entendió la TSSI, y se notó
Uno de los errores más flagrantes de Rallo fue su interpretación (o más bien, tergiversación) de la TSSI. Citó fuera de contexto a Andrew Kliman para insinuar que los precios de producción están desvinculados de los valores, lo que supuestamente destruiría el núcleo de la teoría del valor-trabajo.
Desmonté esta acusación con solvencia, mostré que la TSSI no elimina la relación entre valores y precios, sino que la reconstruye de forma dinámica, sin necesidad de suponer que los precios de inputs y outputs sean iguales en todos los periodos.
Además, usé evidencia textual del propio Kliman y ejemplos empíricos del modelo TSSI para mostrar cómo los valores determinan los precios a lo largo del tiempo. El argumento de Rallo quedó no solo debilitado, sino expuesto como superficial y mal informado
El “equilibrio dinámico” como caballo de Troya neoclásico
En un giro metodológico del debate, Juan Ramón Rallo trató de golpear donde más duele: la consistencia dinámica del modelo. Según su crítica, la TSSI no puede garantizar un equilibrio dinámico —entendido como la capacidad de la economía para reproducir físicamente sus insumos a lo largo del tiempo— porque, al permitir precios cambiantes entre períodos, se rompería la continuidad de las estructuras productivas.
El razonamiento de Rallo era el siguiente:
Si los precios de los insumos cambian entre períodos,
Y los capitalistas, maximizadores racionales, ajustan sus métodos productivos según esos precios,
Entonces la estructura física de la economía cambia continuamente,
Lo que imposibilita la reproducción simple o el equilibrio dinámico.
Mi respuesta fue doble: empírica y metodológica.
Desde el punto de vista empírico, la TSSI sí permite reproducción física, como se puede observar en la tabla 8.2 del libro de Kliman, donde se ve que la producción puede mantenerse estable incluso con precios no constantes. El capitalismo no necesita estabilidad nominal para reproducirse, sino viabilidad material.
Desde el punto de vista metodológico, el error de Rallo fue suponer que “equilibrio dinámico” equivale a “precios constantes”. Esta es una exigencia heredada del marco bortkiewicziano y del equilibrio general neoclásico, no de Marx. La TSSI rechaza ese marco porque presupone simultaneidad, tasas de ganancia exógenas y estructuras fijas, condiciones todas incompatibles con la lógica histórica y contradictoria del capital.
La acusación de contradicción (y por qué no lo es)
Juan Ramón intentó acusarme de contradecirme, diciendo que por un lado afirmo que la TSSI demuestra la reproducción física, pero por otro digo que es incompatible con el equilibrio dinámico.
La respuesta es sencilla: no hay contradicción. La TSSI acepta la reproducción física, pero no acepta que esta implique precios constantes ni supuestos simultaneístas. Una cosa es que se repongan las cantidades necesarias para la producción, otra muy distinta es que eso exija una estructura de precios invariable.
De hecho, lo que defiendo es justo lo contrario, la reproducción física puede darse con precios cambiantes, siempre que las proporciones físicas se mantengan viables. Y eso es completamente coherente con Marx, y con la TSSI.
Este fue uno de los momentos más tensos del debate, cuando Rallo intentó acusarme de incurrir en una contradicción, por un lado, yo afirmaba que la TSSI permite la reproducción física, pero por otro decía que no hay “equilibrio dinámico”.
Lo que Rallo no entendió (o fingió no entender) es que la reproducción física no implica que los precios deban ser constantes ni que se cumplan las condiciones del equilibrio simultáneo neoclásico. Expliqué que la reproducción puede darse con precios cambiantes siempre que las proporciones físicas de los insumos se mantengan viables, lo cual es perfectamente coherente con la dinámica capitalista descrita por Marx.
La acusación de contradicción quedó como lo que fue, una trampa lógica la cual desmontada en segundos.
La elasticidad de sustitución es un malentendido técnico
En un intento de asestar un golpe técnico, Rallo acusó a la TSSI de suponer implícitamente una elasticidad de sustitución nula entre insumos, es decir, que los capitalistas no cambian sus métodos productivos en respuesta a los cambios de precios. Citó a Kliman reconociendo que este supuesto era poco realista, sugiriendo que eso invalidaba la TSSI como modelo dinámico.
Aquí desmonté la crítica en tres planos:
Técnico: La TSSI no presupone una elasticidad nula. Simplemente, modela las decisiones de cambio tecnológico como parte de la dinámica intertemporal. Es decir, los cambios de técnica pueden incorporarse, pero no son instantáneos ni automáticos.
Empírico: En el capitalismo real, los procesos de cambio técnico están mediados por costos hundidos, rigideces institucionales, inversiones de largo plazo y resistencias laborales. La movilidad perfecta de los factores es un mito.
Teórico: Marx nunca asumió que los capitalistas respondieran de forma perfecta a cada señal de precio. Su teoría se basa en tendencias, contradicciones y tiempos históricos, no en respuestas instantáneas de tipo walrasiano.
Más allá de las ecuaciones es un conflicto de paradigmas
En última instancia, el debate dejó de ser sobre fórmulas y se convirtió en lo que verdaderamente era desde el principio: una confrontación entre dos formas radicalmente distintas de concebir la economía.
El paradigma de Rallo es neoclásico: busca el equilibrio, modela decisiones individuales racionales, y confía en la armonía del mercado.
El enfoque de la TSSI es marxista: entiende el capitalismo como un sistema contradictorio, caótico, guiado por tendencias que chocan entre sí, y donde el valor es una relación social, no una propiedad técnica.
Por eso, aunque a veces discutimos con las mismas palabras, no hablamos el mismo idioma.
Debate Barroso-Rallo: el fantasma de la reproducción simple
El pasado 16 de abril de 2025 mantuve un extenso intercambio con Juan Ramón Rallo en X a raíz de una crítica que lanzó a la interpretación TSSI (Temporal Single-System Interpretation) de la teoría del valor de Marx. El núcleo de la discusión gira en torno a si esta interpretación puede sostener la reproducción simple del capital sin caer en incoherencias lógicas o contradicciones empíricas. Como suele pasar en estos debates, lo que parece una disputa técnica encierra en realidad una diferencia de fondo sobre cómo entender a Marx y el funcionamiento del capitalismo.
Lo que parecía en principio una confrontación desigual —el economista mediático contra el joven investigador de 18 años— terminó mostrando lo contrario. No solo sostuve el pulso del debate, sino que le superé con claridad, evidenciando con citas explícitas de Marx cómo sus premisas eran inequívocas y razonadas. Frente a eso, Rallo optó por una posición evasiva, negándose a aceptar lo que Marx dijo de forma clara y explícita. Su negativa no fue intelectual, sino táctica, una forma de eludir y redibujar la derrota argumentativa que, a esas alturas, ya era inevitable.
El punto de partida: reproducción simple y proporciones físicas
Todo comenzó cuando Rallo cuestionó que en el marco de la TSSI sea posible una reproducción física del sistema si cambian los precios relativos. Su argumento, en resumen, es que en cuanto los precios se alteran, las proporciones materiales entre los sectores ya no se mantienen, lo que vuelve inviable la reposición en especie de los medios de producción y consumo necesarios para sostener el proceso económico.
Yo sostengo que esto es una lectura errónea de Marx. En el capítulo 20 del Libro II de El Capital, Marx establece claramente que todas las condiciones de producción se mantienen constantes. No es un añadido de mi parte ni una interpretación libre: es una cita literal. En ese contexto, las proporciones físicas entre los sectores se mantienen fijas. Es precisamente bajo ese supuesto que Marx elabora sus esquemas de reproducción en el capítulo 21.
Rallo intenta relativizar este punto diciendo que dicha constancia física sólo se refiere a la reposición del capital fijo. Pero eso ignora el conjunto del análisis que Marx despliega, donde parte de un sistema estacionario, sin acumulación ni variaciones técnicas, precisamente para aislar y analizar cómo circula y se repone el capital social global.
¿En qué afecta la reproducción simple a este contexto?
La TSSI, desarrollada por autores como Andrew Kliman, tiene como objetivo central recuperar la coherencia de la teoría del valor de Marx. A diferencia de las interpretaciones simultaneístas, que calculan precios y valores en el mismo momento, la TSSI introduce la secuencia temporal y utiliza precios históricos en la valoración del capital constante. Esto permite, entre otras cosas, resolver el "problema de la transformación" sin tener que abandonar la idea de que el valor se determina por el trabajo.
En ese marco, la reproducción simple es perfectamente viable siempre que se mantengan las proporciones materiales del sistema. Que los precios relativos cambien no invalida la posibilidad de reproducir en especie los mismos inputs, siempre que no haya cambios técnicos ni sustitución entre factores. Es decir: mientras se mantengan las condiciones estacionarias, tal como lo supone Marx, no hay contradicción alguna.
Rallo y la lógica del capital
Rallo objeta que mi modelo implica que los capitalistas se comportan de forma "irracional": que no sustituyen insumos cuando estos encarecen, que no buscan maximizar beneficios. Pero esto es una crítica fuera de lugar. Yo nunca he dicho que ese comportamiento sea propio del capitalismo real en movimiento. Lo que estoy defendiendo es que, dentro del marco analítico específico de la reproducción simple —que es un modelo abstracto, estacionario y deliberadamente limitado en sus supuestos—, la TSSI no incurre en incoherencias ni contradice a Marx.
Lo que Rallo parece no entender es que Marx utiliza estos esquemas no para describir la economía real tal como es, sino como paso intermedio para analizar su lógica interna. No hay aquí ninguna concesión anticapitalista ni voluntarismo metodológico: hay una estrategia teórica clara, que va de lo abstracto a lo concreto. Y en ese nivel abstracto, el sistema puede reproducirse perfectamente con precios variables, siempre que las proporciones físicas se mantengan.
Rallo no leyó bien a Marx, y… pretende refutarlo.
Juan Ramón trató de acusar a Marx de haber afirmado que el modelo de reproducción simple no depende de condiciones constantes e inalteradas para tratar de su refutar su modelo. Sin embargo rapidamente le corregí. Marx afirma en el Cap 20. del Tomo II de El Capital, que “todas las condiciones de reproducción simple dependen de condiciones constantes”. Un análisis del que Marx parte sus resultados y esquemas númericos de reproducción simple subsiguientes.
Página 423, línea inicial del segundo párrafo (Capítulo 20: La reproducción simple):
"Supondremos en todo este capítulo que no se modifica la escala de producción, es decir, que todas las condiciones de producción permanecen constantes
Karl Marx
El gran error de Rallo fue entrar al terreno de Marx sin conocer el terreno. Aplicó categorías de la economía neoclásica, como sustitución de factores o elección racional basada en precios relativo, a un modelo que explícitamente no trabaja con esas variantes.
En este punto del debate Rallo no me respondió más, y acabó perdiendo en bucle, despúes de haberle demostrado con evidencia textual en las citas de Marx, que la reproducción simple dependía de condiciones constantes e inalteradas, Rallo continuó negando la realidad atribuyendo palabras que Marx nunca articuló ni defendió. Esto es como criticar un ajedrez diciendo que no se puede hacer un gol. No es que el modelo esté mal, es que Rallo estaba jugando otro juego.
Por el contrario no solo demostré un dominio textual impresionante, sino también una comprensión profunda de la lógica interna del sistema de Marx. Con tranquilidad y rigor, desmonté una a una las objeciones de Rallo, dejando claro que su lectura no solo era errónea, sino desinformada.
Este debate no va de detalles minusculos ni de tecnicismos contables. Lo que está en juego es si Marx puede ser leído de forma coherente sin necesidad de reinterpretarlo bajo las categorías de la economía neoclásica o aprioristica. La TSSI responde afirmativamente, y lo hace con una lógica interna rigurosa, sin trampas simultaneístas ni manipulaciones contables.
Rallo, en cambio, exige que el modelo incorpore desde el inicio las reacciones de los capitalistas a los precios, la competencia, la maximización. Pero eso es pedirle a Marx que empiece por donde él claramente no empieza. Es como criticar el modelo gravitacional de Newton porque no incluye la relatividad general, es un malentendido de escala y propósito.
Conclusión del debate de X
El debate fue valioso no solo por su contenido, sino por lo que representó. Fue un pequeño pero poderoso recordatorio de que el marxismo sigue vivo, sólido y capaz de responder con altura. Y que cuando se conoce a fondo, es perfectamente capaz de defenderse ante cualquier crítica, incluso las más agresivas.
No solo defendí a Marx. Defendí el rigor, la honestidad intelectual y el pensamiento crítico carácteristico de la vieja escuela de pensamiento.
Y eso, en estos tiempos, es una victoria que vale mucho más que un simple "ganar un debate".
Sé que muchos verán este intercambio como una disputa académica más. Pero quienes estudiamos a Marx con seriedad sabemos que estas cuestiones importan. Porque si Marx es incoherente, como dicen sus críticos, entonces su crítica al capitalismo se viene abajo. Pero si no lo es —y yo creo que no lo es—, entonces vale la pena seguir leyéndolo, defendiéndolo y discutiéndolo, incluso en hilos de Twitter.
¿Por qué considero que gané el debate?
No por retórica. No por superioridad moral. Sino porque Rallo exigió a Marx que demostrara su coherencia dentro de un marco que Marx explícitamente rechazó. Es como pedirle a Darwin que pruebe la evolución usando los dogmas del creacionismo. Un sinsentido.
La TSSI demuestra que, cuando se respeta la lógica temporal, secuencial y dialéctica de Marx, la teoría del valor-trabajo no solo es coherente, sino capaz de explicar:
a) La formación de precios sin rupturas lógicas.
b) La distribución de plusvalía entre sectores.
c) La tendencia decreciente de la tasa de ganancia.
d) La dinámica cíclica y la crisis como resultado interno del sistema.
No hay otra interpretación que lo consiga sin traicionar los fundamentos del marxismo.
Rallo trató de asumir que Marx afirmó palabras que nunca dijo, mientras que yo pedagógicamente no solo le corregí sino que le superé dialécticamente.
Una lección más allá del debate
Este debate también dejó al descubierto una debilidad estructural del dogma libertario: su incapacidad de salir del marco neoclásico. Rallo no debatió a Marx, debatió a un espantapajaros de paja que se inventó con sus propias categorías. Y ahí es cuando perdió.
No solo defendí a Marx, mostré por qué sigue siendo necesario volver a él. Porque mientras la economía ortodoxa da vueltas sobre la racionalidad del consumidor, el pensamiento marxista nos sigue recordando que el capitalismo no es un equilibrio de preferencias, sino una forma histórica de organización social basada en la explotación.
Reflexión final: el marxismo sigue vivo (y dando pelea)
Este debate ha sido un hito, no porque lo diga yo, sino porque ha permitido clarificar posiciones, actualizar herramientas y mostrar que el marxismo no está muerto, ni es una reliquia de museo. Está vivo, siempre que se le lea con rigor, sin tergiversaciones, y con una voluntad real de entender sus premisas.
Mientras algunos siguen esperando un capitalismo de equilibrio perfecto, nosotros seguimos analizando el movimiento real de la historia. Y ahí, la TSSI no solo es útil: es esencial.
Como dije al final del debate:
“La grandeza de la TSSI no es solo que resuelve el problema de la transformación, sino que lo hace respetando la dialéctica marxista: mostrando el capitalismo como lo que realmente es — un sistema en movimiento perpetuo, cargado de contradicciones y destinado a ser superado.”